Michael Ynoa: El bono récord que cumplió su promesa
Michael Ynoa recibe en su cabeza antes que nadie los rayos del sol. Los dos metros y un centímetro de estatura que posee, le acercan más a un cielo que tuvo a su alcance desde muy temprana edad.
En 2008, se convirtió en el jugador latinoamericano con el mayor bono de firma internacional de las Grandes Ligas. 4,25 millones de dólares destinaron los Atléticos de Oakland por él, maravillados por su espigada imponencia, pero, principalmente, por las 95 millas por hora que era capaz de alcanzar con sus envíos a los 16 años de edad.
Desde entonces, mucha agua ha corrido debajo del puente. Pero, cuando el derecho dominicano de Marineros de Carabobo recuerda aquella época en la que debió elegir entre el baloncesto y el béisbol, para salir de su natal Puerto Plata, hace un ejercicio mental para trasladar la ilusión adolescente al presente.
“Ese niño todavía está”, aseguró Ynoa a LMBP.net, refugiado en las sombras del espacio destinado para fotógrafos y camarógrafos del Estadio José Bernardo Pérez de Valencia, azotado por el sofocante calor de la 1:00 pm. “Tengo la misma meta de alcanzar una nueva oportunidad en las Grandes Ligas. Estoy trabajando fuerte para ver qué nos depara Dios este año”.
Camino tortuoso para Ynoa
El serpentinero transitó un empinado camino, marcado por las lesiones y una cirugía Tommy John que le hizo perderse la mayor parte de las temporadas 2010 y 2011 en Ligas Menores, hasta finalmente debutar en la Gran Carpa en 2016. Aunque no lo hizo con su organización original.
En diciembre de 2014 fue cambiado por los Atléticos junto al también diestro Jeff Samardzija hacia los Medias Blancas de Chicago, por el futuro estelar shortstop y camarero Marcus Semien, el tirador Chris Bassitt, el receptor Josh Pegley y el conocido inicialista por la afición venezolana, Rangel Ravelo.
“Cuando firmé, lo único que le pedí a Dios fue que me mantuviera siendo la misma persona que era en ese momento. Esa fue mi promesa con él y conmigo. Cuando pierdes la amabilidad hacia las otras personas, las cosas no salen bien”, comentó Ynoa. “Desde pequeño mis padres me inculcaron ser respetuoso y disciplinado, pero más importante que eso, en creer en Dios. Cuando crees en él, las cosas te salen, y tuve la oportunidad de jugar en la MLB por dos años y medio”.
Con los patiblancos, el quisqueyano realizó 45 apariciones entre 2016 y 2017, siempre como relevista, dejando efectividad de 4.42 en 59.0 episodios, con una relación de 59 ponches por 39 boletos, compilando récord de 2-0.
Tras esa experiencia ligamayorista, perdió todo 2018 de nuevo por lesión, antes de realizar 17 presentaciones en 2019 con los Reales de Kansas City, y desaparecer, momentáneamente, del radar del sistema MLB.
“Mi mayor problema en el pasado era la salud. Yo pienso que, si la hubiese tenido siempre, aún estaría en las Grandes Ligas”, afirmó. “Y en mi mecánica de pitcheo, el inconveniente era mi (falta de) control. Ya lo arreglamos, porque en los últimos años he buscado estar siempre encima (en la cuenta de bolas y strikes) de los bateadores”.
En el último lustro, ha sido un habitual apagafuegos en la Liga de Béisbol Profesional de la República Dominicana (LIDOM). Primero, con las Águilas Cibaeñas, y más recientemente con los Gigantes del Cibao.
Fue mientras jugaba con las Águilas, en el certamen 2019-2020, que Ynoa superó un nuevo capítulo amargo en su vida, al sufrir un accidente de tránsito en su ciudad natal, que afortunadamente no arrojó víctimas mortales.
Reflexiones del accidente
“Luego de tantas situaciones vividas, el motor que me levanta todos los días, es mi familia. Mis hijas y mi esposa”, confesó Ynoa sobre sus niñas de 7 y 2 años de edad, además de una que crece día a día en el vientre de Yeimmy, su compañera de vida. “Ellas son mis mayores motivos para seguir todavía acá”.
Es allí donde radican sus razones para volver a intentarlo cada jornada. Dejando atrás el prospecto que fue, los obstáculos, y aquel bono récord, que le hizo visitar el Palacio Presidencial de su país, acompañado de su padre Simón, un expelotero amateur que se retiró luego de recibir tres ponches, y su madre Juana, antigua inicialista de la selección de softbol de su ciudad.
“Para mí, todo lo que rodeó la firma fue algo normal, porque nunca he tenido ese amor por el dinero. Lo material va y viene, pero lo más importante para mí es Dios y mi familia”, confirmó. “Sigo jugando pelota porque me gusta, sólo le pido a Dios que me siga dando la salud para continuar, y seguir cumpliendo mi promesa”.
Escrito por: José Ángel Rodríguez | Prensa LMBP
Foto: Elio Miranda | Prensa Marineros de Carabobo